El 30 de octubre de 1910 vino al mundo en la ciudad alicantina de Orihuela, Miguel Hernández Gilabert. De no ser por los acontecimientos históricos que le correspondieron vivir, es probable que la provincia de Jaén hubiera sido para él una más de las que componen el territorio español.
Conocer y enamorarse de Josefina Manresa, nacida en Quesada, esposa y madre de sus dos hijos, y el destino en tierras jienenses durante la guerra para dirigir el periódico Altavoz del Frente Sur, resultaron acontecimientos decisivos en su vida. En Jaén nacieron poemas emblemáticos como algunos de los contenidos en el libro Viento del pueblo, dos piezas de teatro del libro Teatro en la guerra y, naturalmente, Aceituneros, convertido recientemente en la letra del himno de nuestra provincia.
El legado de Miguel Hernández es ya, uno de de nuestros tesoros más preciados.
POEMA ACEITUNEROS
ACEITUNEROS
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Los libros de poemas de Miguel Hernández son un poco tristes ya que la vida en España en aquella época era muy dura. Os los aconsejamos. Aquí están los poemas que más nos han gustado:
EL SOL, LA ROSA Y EL NIÑO
El sol, la rosa y el niño
flores de un día nacieron.
Los de cada día son
soles, flores, niños nuevos.
Mañana no seré yo:
otro será el verdadero.
Y no seré más allá
de quien quiera su recuerdo.
Flor de un día es lo más grande
al pie de lo más pequeño.
Flor de la luz el relámpago,
y flor del instante el tiempo.
Entre las flores te fuiste.
Entre las flores me quedo.
SOBRE EL CUERPO DE LA LUNA
Sobre el cuerpo de la luna
nadie pone su calor.
Frente a frente sol y luna
entre la luna y el sol
que se buscan y no se hallan
tú y yo.
Pero por fin se hallarán
nos hallaremos, amor,
y el mundo será redondo
hacia nuestro corazón.
Miguel Hernández es uno de los más grandes poetas de la literatura castellana.
BIOGRAFÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ
Miguel Hernández nació en un pueblo de Alicante (España) llamado Orihuela el 30 de octubre de 1910. Sus padres, Miguel y Concepción ya tenían otros dos hijos Vicente y Elvira. Su padre se dedicaba a la cría y al comercio de ganado.
Miguel Hernández y sus hermanos |
NIÑO PASTOR
A Miguel le llamaban el pastor poeta porque después de que su padre lo sacara del colegio se dedicó a cuidar el ganado que tenía su padre. Miguel siempre llevaba en su zurrón la comida que le preparaba su madre y libros de poetas que le distraían en sus horas de soledad. Sus autores preferidos eran Gabriel Miró, Garcilaso, Rubén Darío, San Juan de la Cruz,... Miguel se distraía con la poesía y cuando estaba en el campo con las cabras en muchas ocasiones se le escaparon o se comieron las habas de los huertos.
Miguel escribe un poema para relatar estos sucesos:
¡Ay! Perdonadme un momento.
Voy a echarle una pedrada
a la "Luná", que se ha ido
artera a un bancal de habas,
y el huertano dueño de ellas
me está gritando desgracias.
AMIGO DE SUS AMIGOS
Miguel Hernández y su mujer Josefina Manresa |
Juan Ramón Jiménez dijo de él: "Que no se pierda esta voz, este acento, este aliento joven de España".
En Madrid conoció a su musa, Josefina Manresa y publicó el libro "El rayo que no cesa".
TRISTE GUERRA
Miguel Hernández y su esposa |
En 1942 murió en la cárcel de Alicante a los 31 años de edad.
Él decía:
Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.
Miguel Hernández es un poeta que no sólo amaba a los niños, sino que él mismo nunca dejó de ser un niño.
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